martes, 23 de febrero de 2010

SEÑORA, SE ME OCURRIO UNA IDEA

Señora, ¡señora!, se me ocurrió una idea.

Sería además, una buena manera de ponerle la frutilla que le falta al postre, disculpe la vulgaridad.

Pero creo que puede funcionar.

Se la tiro de una, para que la analice y luego disponga a su mejor entender.

DECLARARLE UNA SEGUNDA GUERRA A INGLATERRA!!!.

Todo por ganar y poco por perder, otra vulgaridad, pero cierta y contundente.

Además, Ud. cuenta con la ventaja de saber que no debe repetir la gran Leopoldo Fortunato.

Mire; en principio debería comenzar por el principio, valga la redundancia. Echar a patadas al Embajador de ese país, Cónsul y todo cuanto otro miembro diplomático encuentre a mano, con asiento en nuestro país.

Luego, recurrir a los siempre excelentes oficios de la señora Ministro de Defensa y llevar a cabo una invasión masiva sobre las islas, con lo que nos queda del Ejército, Fuerza Aérea y Armada, Instituciones a las que debería reincorporar los cascos azules y blancos, que tenemos desparramados por todo el planeta cumpliendo funciones supuestamente humanitarias, palabra ésta que a Ud. le genera, “provechito”.

Ya con ese golpe de efecto, le aseguro que muchos desmemoriados; analfas que no han tenido la oportunidad ni la instrucción como para repasar la historia; los cientos de miles que van detrás de la comparsa sin saber de lo que se trata, a cambio de de una dádiva preferencial que bien podría incluir desayuno, almuerzo, merienda y cena, más un “vale” de cien mangos para hacer efectivo en el Central; barrabravas aburridos -se entiende que la actividad futbolística se debe suspender-; la numerosa legión de muchachos pertenecientes a “Quebracho”, el Polo Obrero, el Polo Sur y los Poli-grillos, más el inestimable aporte que puede recibir del compañero Hugo, dueño de un enorme poder de convocatoria y enorme patrimonio, serían archisuficientes como para llenar la Plaza y aledaños.

Se encontraría Ud. entonces, rodeada del entorno con el que tantas veces soñó y jamás pudo ver cristalizado, aun con prebendas incluidas.

¿Me sigue, señora? Bien.

Ya con el circo montado, Ud., la dueña del circo, debe proceder de manera indirectamente proporcional a la de Leopoldo Fortunato, al que traicionó esa pertinaz necesidad de convertirse en Monarca.

Y acá, su primera gran ventaja… Ud. ya se siente Monarca o Reina, si prefiere.

Y entonces, debe evitar frases hechas y deshechas como “que venga el Principito”, quien por otra parte ya dejó de ser un principito y se ha convertido en un grandote impresentable, o “que vengan, presentaremos batalla hasta las últimas consecuencias”.

Ud. lo que tiene que hacer simplemente -sé que le va a costar, pero vale la pena-, es vestirse y pintarse onda Cleopatra, y contemplar desde el balcón de la Rosada a esa multitud enardecida y seguramente alcoholizada, a la que previamente y a través de un emisario de confianza, deberá persuadir sobre la inconveniencia de manifestarse a través de cánticos como…

“¡¡El que no salta es un inglés!!”, capaces de desnaturalizar lo que debe entenderse como una declaración de guerra seria y consensuada -no sé por qué se me pega tanto ésta palabra, últimamente-.

Cuando le digo que le va a costar, obviamente no me refiero al vestirse onda Cleopatra sino a callarse la boca.

Se lo repito, señora, CALLARSE LA BOCA.

A todo esto, la señora Nilda, ya se habrá encargado de movilizar a todas las FF.AA. de la Nación al archipiélago, al que habrá que llegar “como sea” y con el deteriorado rompehielos Almirante Irízar a la cabeza, por una simple cuestión emblemática o si prefiere, como una buena manera de enmascarar la maniobra, ya que ni el más desconfiado de los isleños, podrá imaginar que detrás de un enorme y desvencijado buque que parece a la deriva, pueda llevarse a cabo semejante despliegue.

¿Le empieza a gustar, vio?

Pero dejé para lo último, lo mejor, porque esto debe tener un golpe de efecto “demoledor”.

A las FF.AA. de la Nación, Ud. debe sumar a toda la Bonaerense, la Federal, las distintas policías provinciales, Gendarmería, Prefectura, cazadores furtivos y de paso, “soplarle” ese pequeño grupo denominado Policía Metropolitana a Don Mauricio, que será seguramente, el mejor equipado de todos, incluidas obviamente, las FF.AA. de la Nación.

Vea, serán tantos pero tantos, que la única duda que me queda, es saber si las islas son lo suficientemente grandes como para albergarles.

Además, esta vez no estaremos solos ni Chile nos pondrá palos en la rueda -perdone, ocurre que muchas de sus frases recontra-repetidas, se me pegan- y contamos con la más que inestimable cooperación de Venezuela y Bolivia.

Así como lo escucha!!!

Ya el Hugo, que no es el que le mencioné al principio, se comprometió a enviarnos a sus amigos de las FARC, y el Evo, no menos de tres millones de toneladas de piedras y cientos de miles de bombas de gas lacrimógeno, que nuestros soldados podrán arrojar sobre los Kelpers más rebeldes al momento de “la toma”, y de ese modo preservar el poco arsenal de municiones con el que contamos.

Ud., por otra parte sabe bien que a los ingleses les constará entender y más aún asimilar semejante osadía.

Si a eso le agrega el tiempo que les demandará llegar al objetivo, estamos hablando de no menos de 20/25 días a través de los que verá su gran sueño, cristalizado.

Espere, espere, no empiece fruncir el seño que después tiene que hacerse la trigésima sesión de botox.

¿Qué nos puede pasar, en definitiva?, pregúnteselo Ud. misma.

¡Exactamente!; que vengan, aniquilen a todos los que pusieron las patas sobre las islas y se las tomen, tal cual hicieron la primera y hasta ahora, última vez.

Consecuencia: ¡no más milicos en la argentina, comprometidos o no con el Proceso; no más Gendarmes, Prefectos, Policías ni cazadores furtivos, -en éste último caso, Greenpeace, agradecido-.

La soberanía nacional, las fronteras y el orden público a manos de esos muchachos que se quedaron en La Plaza… le digo que agarran viaje a cambio de no sacarle a patadas de la Rosada, ya a este punto, convertida en la Casa Real.

Ud., seguramente me va a preguntar qué pasa con el pueblo y lo que es peor aún, con el periodismo que tan a maltraer la tiene.

Le respondo: del pueblo, olvídese… o sea siga con la misma política.

Respecto al periodismo, desde el vamos le dije: tiene mucho para ganar y poco para perder.

Tampoco soy Dios, señora.

La última y la dejo con la idea:

¡¿Se imagina la cara de felicidad de doña Hebe?!

Ricardo Jorge Pareja

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