martes, 29 de junio de 2010

EL CURRICULUM HIPOCRITA QUE REPARTE EL CANCILLER HECTOR TIMERMAN

En los antecedentes que distribuye Cancillería oculta su paso como director del diario procesista La Tarde y sus columnas en Noticias.

Por qué eliminó su página web

Héctor Timerman sucedió a Jorge Taiana al frente de la Cancillería.

Héctor Timerman sucedió a Jorge Taiana al frente de la Cancillería.

Tras su designación al frente del ministerio de Relaciones Exteriores, Héctor Timerman distribuyó a través de la Cancillería su currículum a los medios de comunicación nacionales y extranjeros con sorpresivos "recortes" en su historia profesional, a tono con la práctica de muchos funcionarios de hacerse de un pasado a tono con el marketing oficial.

En su hoja de vida, Timerman omite dos de los puntos más altos en su carrera periodística, en un gesto de hipocresía política por lo menos curiosa para quien tendrá que encargarse de ahora en más de la imagen y de las relaciones internacionales. En el comunicado de Cancillería no figura su paso como
director del diario procesista La Tarde ni tampoco su prolífica producción para la revista Noticias que edita el Grupo Perfil.

A los 22 años, Héctor Timerman se convirtió en el periodista más joven de la historia argentina en dirigir un diario (Jorge Lanata tenía 26 cuando fundó Página/12).

La Tarde fue una creación de su padre Jacobo Timerman y así lo destaca la biógrafa de ese maestro de periodistas.

Cuenta Graciela Mochkofsky en su libro Timerman.

El periodista que quiso ser parte del poder:

"analizar el vespertino La Tarde sirve para comprender de qué manera el Proceso diagramó su modus-operandi sobre la prensa.

El diario fue lanzado con la misión evidente de apoyar al golpe –que era un secreto a voces desde fines del año 1975- pero no sólo eso:

el proyecto apuntaba a la consolidación en la opinión pública del gobierno militar que lo seguiría.

En mayor o menor medida los medios gráficos, en ese momento, padecieron la censura y también la autocensura.

Pero La Tarde fue otra cosa: salió para respaldar a la dictadura".

El encargado de dirigir La Tarde fue Héctor Timerman, pero eso fue borrado del currículum que distribuyó la Cancillería.

Aunque
Timerman hace un tiempo se mostró arrepentido y atribuyó su error a un pecado de juventud, es llamativo que ahora lo oculte.

En las páginas de La Tarde se pueden ver las alabanzas al Proceso y también una fotografía de Timerman cuando concurrió a una reunión con el General
Jorge Rafael Videla

En su propio diario, Héctor Timerman destacó su reunión con el dictador Videla.

Es cierto que haber sido propagandista de la peor dictadura militar que tuvo la Argentina no suma puntos para un currículum, pero sería una muestra de seriedad institucional de Timerman no ocultar su pasado, después de haberse arrepentido.

La comunicación oficial sobre la trayectoria de Timerman tampoco toma en cuenta su desempeño como
columnista en la revista Noticias, donde publicó desde 1999 a 2004, y que él siempre destacó como punto clave de su carrera.

En total, publicó 96 artículos de opinión (ver galería de imágenes).

En 2004, Héctor Timerman fue nombrado cónsul de la Argentina en Nueva York y dejó de escribir en Noticias -un medio mal visto por la administración Kirchner-, pero él no renegaba de su participación en la revista de Editorial Perfil.

En la página web personal de Timerman, que mantuvo desde 2001 al 2005, destacaba en sus links favoritos a la revista Noticias y en una descripción del contenido de su sitio decía:

"En esta página se puede ver algunos de los últimos artículos que publiqué en medios argentinos, especialmente, en la revista Noticias".

De ese sitio denominado
www.timerman.com.ar ya no hay rastros en la web.

Siendo cónsul en Nueva York, Timerman decidió eliminarlo y trató de romper todo nexo con la revista Noticias, aunque fuese virtual.

Y en sólo cinco años, logró que en la comunicación oficial de su designación desapareciera toda relación con la revista que tanto molesta a los Kirchner y también con el diario que propagandizaba la dictadura.

lunes, 28 de junio de 2010

LOS DELINCUENTES SON HUMANOS Y TIENEN DERECHOS. UD., EN CAMBIO, ALIMENTO QUE DEVORAN CUAL CARROÑA

¡No soy abogado como la señora!; sin embargo y por aquello de la “cultura general”, conozco perfectamente la diferencia entre un delito culposo y uno doloso.

La culpa comprende la impericia, la imprudencia, la negligencia; el autor no tiene ni contempla como posible, la intención de matar.

El dolo en cambio, conlleva la intención de matar o la posibilidad de ocasionar la muerte.

Como verá, es más simple de lo que uno podría imaginar, en tanto y en cuanto EL TÍTULO, no haya convertido a la Justicia, en protagonista de tan aberrante aporema.

Y la Justicia, en todo país civilizado, concede a quienes le hacen viable y posible, la aplicación de penas o castigos “justos”.

De otra manera, el derecho positivo, creado por el hombre para hacer “posible” la vida en sociedad, se convierte en el arma letal que inexorablemente conlleva a su misma desintegración.

Debo imaginar que los autores materiales de la muerte del joven Agustín Sartori, serán procesados y eventualmente condenados, por la comisión del delito de Homicidio doloso.

Los atenuantes y/o agravantes, corresponden al terreno de las pruebas, donde las pericias y los testimonios jugaran un rol preponderante.

Pero… por qué hacer hincapié en el homicidio de Agustín Sartori, cuando ese mismo día, otras dos vidas fueron segadas por la mano criminal.

Justamente para establecer la diferencia entre la culpa y el dolo, pero en referencia a éste hecho puntual, que de ninguna manera deberá ser considerado a “prima facie” culposo, por el titular del Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Criminal de Instrucción, de turno.

Ocurre que la muerte de éste chico, se produce al ser arrollado por una motocicleta con dos delincuentes como tripulantes, quienes instantes antes habían perpetrado un delito contra la propiedad, y fugaban para evitar su aprehensión.

Los delincuentes, en su fuga, mal podían desconocer cuando menos,

“la posibilidad” de ocasionar la muerte a un tercero que circunstancial o voluntariamente se interpusiera en el camino.

Existe en éste caso, una clara actitud criminal de parte de los autores.

Tan clara que siquiera resiste el menor análisis.

Al momento de escribir la presente, veo a través de las pantallas del televisor, a un grupo numeroso de jóvenes, quienes reunidos en Avenida Luis María Campos y Matienzo, lugar del hecho, lloran la muerte “del amigo”; un chico que cometió el gravísimo pecado de cruzar la calle, al momento que dos bestias humanas, fugaban en la pretensión desenfrenada de “escapar” de la justicia.

Si ésta no se llegara a pronunciar en los términos que la razón y el Código de Procedimientos en lo Criminal proveen, no solo habrán conseguido su objetivo, sino convertirnos además, en simple apestosa carroña.

Ricardo Jorge Pareja

lunes, 21 de junio de 2010

¡SEÑORA!, ¿USTED SE HA CONVERTIDO EN QUERELLANTE O EN QUERELLANTA?.

¡Se lo pregunto porque cada día que pasa, más me confundo!.

¿Ud. está confundida, señora?.

Me dice que no.

¡Debí suponerlo; ahora, a mi natural ingenuidad, deberé agregar la de una inexcusable confusión !.

Y además de ingenuo y confundido, soy un “olvidadizo” que olvidó su condición de abogada…

¿ud. es abogada, señora?.

Lo que ni remotamente puedo llegar a imaginar, es como terminará el tema de Gualeguaychú y aledaños.

¡Ah!; Ud. ahora me dice que tampoco tiene la menor idea.

¡No sabe lo tranquilo que me deja!, ya estaba a punto de sentirme un verdadero “sorete”; ¡perdone!, señora.

¿Sabía que al Néstor y a Ud., les han declarado “personas no gratas en Gualeguaychú?.

¡Sí, claro!, una mancha más poco le hace al tigre y a la tigresa; eso dicen cuando menos. Lo que ocurre señora, es que el Néstor ya está casi “a la par” del Quijote de la Mancha, con perdón de Miguel de Cervantes Saavedra, y Ud., de “Dulcinea”, tiene poco y nada, ¿se da cuenta, señora?.

¡Me dice que deje la Literatura de lado y ponga los pies sobre la tierra!.

¿O sea que lo del mundo virtual fue a parar al mismísimo carajo, señora?.

¡Entiendo, ahí en el carajo “nos vamo a encontrar”…

¡ja!, me hace acordar a parte de los versos del Cambalache de Discepolín…”que allá en el horno se vamo a encontrar”…

¿no dicen así?...bueno; maso, señora, por otra parte, ya me insinuó que me dejara de joder con la literatura, y esto; esto también es literatura, señora, ¡ de la grande!.

Y ¡dígame una cosa, señora!; esto de la querella, ¿lo hace a título personal o en nombre de todos los que pensamos como Ud.?.

Me dice que ese es un tema que todavía tiene que resolver con el Néstor. Le pregunto para saber si me puedo ir haciendo a la idea de que en cualquier momento me “lloverán unos mangos como caídos del cielo”, o cuantos mangos me costará pagar el juicio perdido, ¿me explico?. Ud. me dice que éste tipo de demandas, son de muy larga ejecución y que ésa es la “idea”…seguir alargando “la cosa”.

Entiendo, entiendo, pero…y hablando de “cosas alargadas”, ¿tenemos “mandato para largo?.

Me dice que le ponga todas “las fichas” al 29.

Perdone, señora; el 29, ¿no es el número preferido del Néstor?...se lo pregunto porque es lo que asegura Majul en su libro ,

“El Dueño”, ¿lo leyó?.

¡Ah!; me dice que lo lee todos los días “en vivo y en directo”.

¡No hay nada que hacer, señora, hoy y como siempre, Ud. con todas las luces encendidas!.

¡Seguramente al Néstor le gustan los ñoquis a rabiar; se lo digo por el 29…en la jerga significa “los ñoquis”, ¿me entiende?.

Me dice que no me entiende porque solo juega cuando sabe que tiene todas las de ganar, y todavía no consiguió “meter” a ningún “estrecho” colaborador en Lotería.

¡No sabe todas las enseñanzas que me está dejando en ésta breve pero riquísima charla, señora?.

Se lo agradezco, y genuflexamente me arrodillo a sus pies.

¡Me dice que me levante porque entre tanto “arrastrado”, ya no encuentra por donde pasar!. ¡Ahora entiendo lo del helicóptero, señora!.

¿No debería hacer pública ésta circunstancia para evitar que la gente siga hablando pelotudeces?.

Me dice que cuantas más pelotudeces diga la gente y más pelotudamente se comporte, mejor para Ud..

¡Brillante, señora, realmente brillante lo suyo!

Ahora la dejo, porque mañana cumple años una tía de mi señora que actualmente vive en Durazno, Uruguay, y la idea es ir en coche.

Ocurre que tengo familia numerosa, señora; somos la Lilita que es mi señora, yo, los cinco nenes y mi suegra, la mamá de la Lilita.

¡Imagínese!; viajar en avión nos sale un fortuna y a mi suegra le genera vértigo viajar en Buquebús, de modo que no me queda otra alternativa. ¡Hablando de alternativas, señora!,

¿Ud no tiene algún infiltrado amigo entre los ambientalistas que me pueda dar una manito para cruzar?.

¡No, señora!; de ninguna manera pretendo ponerla en un compromiso; lo que ocurre es que no sé si me voy a volver a encontrar con “el gordito ese”, que por unos pocos mangos me levantó la barrera.

¡Además el gordo estaba solo, a modo de “Imaginaria”, ¿me entiende, señora?.

Me dice que no me entiende. Le explico; cuando menos antes, “Imaginaria” era el soldado del ejército que quedaba “apostado” lejos del cuartel, velando por el sueño de sus camaradas y alertando en caso de “ataque”.

¡Me dice que eso le importa tres carajos!. ¡No se altere, señora!...ya me las arreglaré solo. ¡Tá pronto, señora!

Ricardo Jorge Pareja

jueves, 3 de junio de 2010

DIA DEL SOLDADO DE LINEA

Es nuestro soldado de línea el modelo de la abnegación militar, llevado a su último límite.

El soldado argentino, tan bravo, tan abnegado, tan sufrido, ha venido a ocupar hoy la primera línea en los ejércitos americanos y podrá ocuparla fácilmente en los europeos si a las prendas naturales que posee se agregan la instrucción militar y cívica que se da al soldado europeo.

Nuestro soldado de línea es general en cualquier arma en que se quiera utilizar sus servicios.

En Caballería es un consumado jinete, como es un hábil marinero a bordo de cualquier buque de guerra.

En Infantería como en Artillería se penetra bien pronto de la táctica de cada arma y opera como si fuese la suya propia.

Nadie se ha preocupado en estudiar este tipo de inmensa bravura y nadie, sin embargo, más digno de estudio que él.

Privado de todo goce de guarnición, si sirve en la caballería, pasa su vida miserable con el arma al brazo eternamente, combatiendo siempre contra el salvaje y siendo el guardián constante de la inmensa fortuna que encierra nuestra campaña.

Su vida no puede ser más aperreada, ni mayor la indiferencia con que lo trata el gobierno.

Sin embargo, sus labios no se entreabren nunca para quejarse, guardando una sonrisa de resignación suprema para soportar todas las miserias.

Para él, todo es lo mismo, porque de todos modos sufre, en la paz como en la guerra, en la frontera como en la ciudad.

Alegre siempre y siempre dispuesto, nunca tiene pereza para nada, siendo su única distracción el día de la pelea.

En la fortuna como en la adversidad, en el triunfo como en la derrota, siempre es el mismo, y siempre impasible y bravo, se retira a paso lento frente a las fortificaciones de Curupaytí, o avanza gallardo y ligero sobre los campos de Ituzaingó.

El sabe que las penas corporales están suprimidas, pero sufre las estacas, el cepo colombiano y los palos con la misma resignación con que ha sufrido el hambre y la miseria.

El motín militar es desconocido en nuestro ejército de línea, que no ha dado jamás un espectáculo vergonzoso.

El soldado de línea ingresa en nuestro Ejército por dos caminos: enganchado o condenado al servicio de las armas.

En uno u otro caso, ve expirar el término de su servicio sin que el gobierno o su jefe inmediato se acuerden de darlo de baja.

Y pasan los años y los dos porque fue condenado o enganchado se convierten en seis, ocho o más que le han hecho perder la esperanza de recobrar la libertad perdida.

El gobierno le debe sus cuotas de enganche y veinte o más meses de sueldo, pero ya se ha habituado a aquel proceder monstruoso y espera tranquilo el día en que la muerte salde todas sus cuentas.

El cepo y las estacas, el colombiano y los palos han levantado el grito de la venganza en su corazón hidalgo, haciéndole esperar el día de la batalla para tomar un desquite que lo deje satisfecho.

Pero el día de la batalla llega, la bandera azul y blanca flamea entre el humo del combate y el soldado olvida entonces todos sus rencores y todas sus venganzas.

Es preciso vender cara la vida en honor de aquellos colores gloriosos, jamás abatidos, y pelea y pelea hasta caer, siendo feliz si la muerte le ha dejado tiempo para gritar ¡viva la patria!.

Es que el soldado se ha sobrepuesto al hombre; la voz de la patria habla a su corazón más alto que la de todo otro sentimiento y su espíritu abnegado lo lleva hasta salvar a San Martín en San Lorenzo, o arrancar a Dantas de las trincheras de Curupaytí, no porque fuera Dantas sino porque lleva la bandera del 2 de Línea.

Y el soldado de línea lleva aquella vida desesperante y heroica hasta que la vejez o las heridas obligan al gobierno a darlo de baja, para que vague por nuestras calles muriendo de hambre y en la más monstruosa de las miserias.

Atajen a cualquiera de esos soldados, cubiertos de cicatrices, y pregúntenle cuántos meses le debe el gobierno, ¡sólo ellos son capaces de haber llevado la cuenta!

La llegada de un comisario pagador es en la frontera un acontecimiento fabuloso, aunque de veinte o más meses no lleva sino el sueldo de uno o dos.

Pero el soldado lo recibe lleno de regocijo, aunque debe diez veces más al pulpero y al gobierno mismo por descuentos que le ha hecho la contaduría y que, aunque él no entienda, tiene que pagar.

La cama es un mueble que no conoce desde que entró en el servicio, como no conoce el pan, ni más alimento que el pedazo de carne que recibe de cada ocho, cuatro días.

Primero, mira con un placer supremo el duro suelo donde le es permitido descansar su osamenta y concluye por mirar como el pináculo de la felicidad el poder dormir montado sobre su mancarrón marchero.

La galleta del proveedor es como hecha con harina de piedra, la leña no enciende, el tabaco es lengua de vaca mal secada al sol y el azúcar es tierra greda.

Pero, ¿qué le importa?

Ya se ha acostumbrado a aquella alimentación imposible y sólo teme una cosa: que llegue a faltarle.

El día que bolea algún avestruz o agarra una mulita, arroja con desprecio la ración del proveedor.

Pero cuando no tiene más, se lo ve cocinar alegremente su pedazo de carne lívida y azulada, y comerlo con un placer increíble –cualquiera que lo viera en ese acto, creería que saborea un manjar.

El gobierno ha llegado hasta cambiar para ellos las estaciones del año, mandándoles ropa de brin en el mes de julio y ponchos de bayeta en enero.

Pero todo es lo mismo, él se ha habituado a todo, a pesar de las mil pulmonías y otras mil congestiones que le han salido al camino.

En campaña, al soldado de línea no se lo ve triste un solo momento.

Todo en él es un motivo de alegría y de chacota, si acampan a descansar, porque han acampado, y si se pierden dormidos sobre el caballo, porque se han perdido.

Un charquito de agua inmundo, donde aplacar o engañar la sed, es un motivo de alegría, y el permiso de carnear y comer un patrio viejo es el colmo de toda felicidad sobre la tierra.

El veterano lo sufre todo con la misma resignación, hasta el castigo injusto, del que no puede reclamar sino después de haberlo cumplido.

¡Pero échese generala o tóquese a degüello!

El soldado se transforma, el más viejo se vuelve un muchacho y el más inválido se endereza como un atleta.

Y pelea con una bravura imponderable, sin haber peligro capaz de arredrarlo, porque al mayor peligro responde siempre con esta frase:

“¡Y qué me importa!

¿Tengo acaso el cuero para negocio?

Su familia, su orgullo, su porvenir y vergüenza misma están en el número de su kepi, llegando hasta esa sublimidad que oímos a un soldado del 2 de Caballería, en un momento de inmensa desventura:

“¡Una gran perra!

¡Si yo no fuera del 2 de Caballería, me desertaba!

Un soldado del 2 no podía cometer un delito tan vergonzoso y el solo respeto a su número lo había contenido.

Comprendía el delito bajo cualquier otro número, pero jamás bajo el número dos.

Fuente
Gutiérrez, Eduardo – Croquis y siluetas militares – Ed. Edivérn – Buenos Aires (2005)

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