jueves, 22 de julio de 2010

AHORA ATACAN A LA IGLESIA

Quienes desde hace tiempo observamos y denunciamos con profunda preocupación el desarrollo de los acontecimientos nacionales, advertimos como el disociador matrimonio gobernante va profundizando su ataque a las Instituciones de la Nación, con el propósito de quedarse en el Gobierno y así no poder ser juzgados por la inmensa cantidad de delitos de ellos y sus testaferros que les han permitido enriquecerse a niveles impresionantes, el 930% en 7 años según sus propias declaraciones.

Dentro de esta política de desunión nacional, primero fueron las fuerzas armadas (hoy desmanteladas), luego fue el campo, los periodistas y el grupo Clarín, los políticos (destituyentes), ahora la Iglesia.

¿Quiénes siguen?

La penetración de los 5 carteles más poderosos del mundo, con su tráfico de drogas y personas.

El incremento de la inseguridad personal y jurídica, con miles de muertos por año y más de 2.000.000 de asaltos.

La criminalidad ha superado todos los límites.

Han desarrollado el juego (con sus consecuencias de adicciones) a punto tal que Cristóbal López tiene cerca de 10.000 máquinas tragamonedas en todo el país que le permiten ganar U$S. 1.000.000 por día.

Quienes no entiendan este proceso, que he denunciado en forma reiterada ante organismos internacionales como la Comisión Inter Americana de Derechos, y como lo ha hecho Horacio Calderón, viven al margen del país y sus problemas de fondo.

Nos siguen vendiendo los “problemas” de Zulma Lobato, Florencia de la Vega y el chocolatinero. Mientras el país se hunde en el fango.

De estar entre las 10 naciones más desarrolladas del mundo ahora peleamos el puesto 159.

Les recomiendo leer esta información:


Edgardo Civit Evans

lunes, 5 de julio de 2010

EL FRACASO DE MARADONA

http://saleconfritas.blogdiario.com/img/aamm.jpg

¿Será como dice el dicho que “la vergüenza una vez perdida, se perdió para toda la vida”?

Nuevamente al kirchnerismo le fracasa una planificación política para frenar el deterioro de sus posibilidades electorales.

Hasta la derrota de la selección, todo el esfuerzo estaba colocado en la utilización del triunfo o al menos de un buen papel para explotar la emoción popular.

Ante la derrota:

¿Qué inventarán ahora...?

El fracaso de Diego Maradona, cuya incompetencia llevó a la Selección Argentina a una estrepitosa derrota -más intensa aún por la expectativa preparatoria de una eventual victoria que comenzó a instrumentarse desde hace unos días-, clausuró una insólita maniobra del oficialismo detalladamente pensada para explotar el triunfo o al menos una aceptable performance final.

Hasta tal punto estaba organizado, que no se dudó en utilizar a los jugadores mediante una fotografía en la que quedaron obligados a respaldar la forzada propuesta de Estela de Carlotto para el Premio Nobel de la Paz.

Tan burda fue esta acción propagandística que dicha foto no fue difundida en la Argentina a la espera del momento preciso.

Con razón, se consideraba que despertaría lógicas susceptibilidades que se superarían cuando estallara el entusiasmo victorioso.

En un primer momento, cuando todavía reinaba un cauto y nervioso optimismo, sólo sirvió para "exportar" una primera y sutil presión que luego adquiriría mayores dimensiones si la suerte sonreía a nuestros jugadores.

La prensa adicta local estaba lista para lanzarse en una histérica campaña, con profusas historias, y biografías especialmente seleccionadas para su distractivo transporte al público interno y externo.

Otro aspecto de la pensada utilización de Maradona por la imaginería de la izquierda y de nuestro oficialismo fue resucitar varias fotografías montadas de tal manera que se viera el tatuaje de la figura de Ernesto Guevara de la Serna -el Che- ubicada en el brazo derecho del todavía director técnico.

Simultáneamente, los asesores presidenciales organizaron una serie fotográfica con la falsa abuela, quien aparecía amorosamente abrazada con el futbolista.

Así, ideología, política práctica y aspiraciones electorales se unieron y coordinaron con una finalidad promocional que permitiría captar voluntades populares.

El tema no concluye con el cuatro a cero.

Si las cosas hubieran transitado por un camino mejor, Néstor Carlos Kirchner había pensado un show con varias alternativas que, una vez desechada la propuesta de viajar a Sudáfrica para participar de la ceremonia de entrega de la copa, iban desde una guardia militar y policial a lo largo de la ruta de Ezeiza a la Casa Rosada, hasta una organizada concentración popular en la Plaza de Mayo con la presencia de las "madres y las abuelas", discursos de Cristina, de Néstor Carlos y del Diego desde el célebre balcón, en coincidencia con anuncios de una candidatura de éste último en las listas del Frente para la Victoria, candidatura ubicada según fueran los resultados del campeonato mundial de fútbol.

Pero el tema ofrecía algunas dificultades, pues no eran pocos los jugadores que no querían ser utilizados políticamente pese a las recomendaciones del burrito Verón, que se había convertido en una suerte de promotor y vocero de las elucubraciones políticas previstas por el oficialismo argentino.

De esta manera, el ingenio kirchnerista también logró generar fricciones y molestias entre nuestros jugadores.

De todos modos, estos preparativos, que ahora irán a parar al canasto de la basura, fueron motivo de intensos análisis en la cúpula del gobierno y hasta de enfrentamientos y discusiones internas sobre las propuestas a seguir.

Los más sensatos -obviamente una minoría- consideraban que la candidatura de Maradona sería una exageración que produciría un resultado inverso al buscado, sobre todo si el futbolista se entusiasmaba en demasía por su nuevo papel y hacía declaraciones descontroladas, con inevitables consecuencias negativas, bromas pesadas de una oposición lista a reírse de las barbaridades que podría cometer el amigo de Fidel Castro y papelones irreversibles si volvía a su vieja afición por las drogas.

Pese a todo y como es habitual, la obsesión del consorte primó sobre los prudentes y todo estaba organizado para llevar adelante un proyecto que daría mucho que hablar y motivos para la chanza pero que, a la larga, alimentaría el contenido incontrolable y progresivo de la decadencia argentina, con todas sus tristezas y el hartazgo que produce.


Carlos Manuel Acuña