EL RI 4
EN MALVINAS
El Regimiento de
Infantería 4 estaba integrado con
soldados conscriptos de las provincias de Corrientes, Chaco, Formosa y
Misiones, que en su mayoría poseían un nivel socio-cultural bajo y que nunca se
habían alejado de la zona en que vivían, lo que dificultaría su adaptación
brusca a las condiciones climáticas de las Malvinas.
El regimiento había realizado
la instrucción correspondiente al año militar 1981 completo, efectuando todos
los períodos y ejercitaciones previstos, incluyendo los ejercicios finales de
la III Brigada de Infantería y participando en los del Colegio Militar de la
Nación, que los realizó en el campo de la guarnición Monte Caseros.
En noviembre se había
producido la primera baja de la clase 1962 incorporada, el 25% de ella. En 1982
estaba prevista, en forma experimental, la incorporación periódica,
cuatrimestral de la clase 1963.
A principios de febrero se incorporó
el primer escalón, que realizó el subperíodo básico de instrucción hasta fines
de marzo, tras lo cual los reclutas salieron con unos días de licencia.
En el aspecto logístico
existían grandes problemas, entre ellos carencia total de mochilas y útiles de
zapa; el vestuario y equipo provistos correspondían a la zona subtropical y el
recibido posteriormente en el sur no fue suficiente.
Al tomarse conocimiento de la
recuperación de las islas Malvinas se convocó a los soldados de baja y
licenciados, la gran mayoría de los cuales efectuó su presentación antes de
recibir la cédula de llamada.
El 6 de abril el Regimiento
recibió del Comandante de la Brigada una orden preparatoria de alistamiento
para trasladarse al Teatro de Operaciones Sur (Patagonia).
En su cumplimiento, la unidad debió
completar su organización creando la compañía C, que no existía en tiempo de
paz, lo que se logró empleando los
soldados de la clase recién incorporada.
También se completaron los cuadros con
oficiales y suboficiales asignados por el Comando de Institutos Militares,
entre ellos media docena de subtenientes en comisión, es decir cadetes que
recién comenzaban el IV año del Colegio Militar, los que tendrían un brillante
desempeño en las operaciones y dos de ellos serían heridos en combate.
También se recibieron de la Escuela de
Suboficiales Sargento Cabral cabos en comisión, dos de los cuales encontrarían
gloriosa muerte en combate.
El regimiento se
trasladó a la Patagonia, donde se preparó para cumplir diferentes misiones,
hasta que se decidió su traslado a la Isla Soledad, el que se produjo a partir
del 27 de abril.
Al día siguiente ocupó una posición
transitoria en el monte Wall, previendo su traslado a la isla Gran Malvina,
pero la iniciación de los ataques británicos el 1° de mayo lo impidió, por lo
que permaneció en la posición ocupada con misión de reserva.
El RI 4 debió segregar la compañía A,
que quedó a órdenes del comandante de la Agrupación de Ejército Puerto
Argentino y fue empleada como seguridad en la costa norte de la península de
Fresinet y una sección de tiradores de la compañía B para dar seguridad en la
sede del gobierno militar en Puerto Argentino.
También agregó la sección antitanque
al Regimiento de Infantería 5 y una ametralladora MAG con su dotación para
reforzar la tripulación del barco “Monsumen”, requisado a la Falkland Islans Company
(FIC) y empleado como transporte entre las islas.
En reemplazo de estas fracciones, se
recibieron dos secciones de la Compañía Comando y Servicios de la IIIra.
Brigada de Infantería, con personal armado exclusivamente con fusiles FAL y
pistolas ametralladoras PAM.
Se hizo el planeamiento y se
ejecutaron los reconocimientos y acuerdos para el empleo de la unidad como
reserva; tenía previstas once misiones de contrataque, bloqueo y refuerzo.
Durante el mes de mayo se
recibía cotidianamente fuego de perturbación de fragatas y destructores
británicos.
Cada noche, entre las 2230 y 0400
aproximadamente, dos barcos iniciaban el cañoneo, que se extendía desde
nuestras posiciones hasta Puerto Argentino.
Ese fuego nos causaba pocas bajas
porque ocupábamos posiciones en desenfilada, pero cumplía el objetivo de
desgastarnos.
Los heridos recibían la
primera atención en el puesto de socorro del Regimiento, a cargo del Tte 1ro
Méd Cucchiara, pero su evacuación al hospital militar de Puerto Argentino
constituía un problema.
Las ambulancias no iban a buscarlos porque se
podía recibir fuego naval o aéreo en el
camino, así que teníamos que trasladarlos en nuestros camiones Unimog.
Las camillas de nuestra dotación no
eran devueltas, por lo que una vez empleadas las pocas que teníamos, debíamos
mover los heridos en mantas.
La Unidad nunca descansaba
al completo, manteniendo permanentemente una parte de su personal en alerta.
También sufrimos esporádicos ataques
de aviones con cohetes.
El Regimiento carecía de armas
antiaéreas orgánicas, pero a mediados de mayo se recibieron algunos lanzadores
individuales de misiles tierra-aire de origen soviético provistos por las
Fuerzas Armadas Peruanas.
Lamentablemente, no teníamos personal
que conociera dichas armas; a los oficiales que se las proveyó para su uso, se
les dio una somera explicación sobre su manejo.
Pese a ello llegaron a lanzarse algunos
misiles contra aeronaves enemigas, pero lógicamente no dieron en el blanco.
El 21 de mayo a la mañana
temprano, la aviación enemiga atacó los helicópteros de Ejército argentinos que
estaban en la ladera norte del Monte Kent.
Durante el ataque, los Harrier
rodeaban ese cerro y pasaban sobre las
posiciones de nuestro regimiento, desde las que se les hacía fuego
reunido con nuestras armas.
La sección de la compañía C del
Subteniente Llambías, que se encontraba como seguridad en el Monte Challenger,
alcanzó a uno de ellos, que debió hacer un aterrizaje de emergencia en un
portaaviones.
El 28 de mayo, ante la
inminente caída de Darwin-Goose Green, el Regimiento fue agregado a la
Agrupación de Ejército Puerto Argentino y dos días más tarde ocupó una nueva
posición para desempeñarse como escalón seguridad de la posición defensiva de
la capital de las islas.
En el desplazamiento al nuevo emplazamiento,
el material fue transportado en parte por dos helicópteros, que lo dejaron
disperso en una amplia zona, lo que motivó un ímprobo trabajo al personal, que
debió llevar material pesado a brazo hasta las alturas, lo que se realizó
durante todo el tiempo de permanencia en la posición, y a partir del 31 de mayo bajo el fuego de la
artillería enemiga.
Mientras se efectuaba el cambio de
posición, un Harrier atacó con cohetes a media docena de camiones Unimog vacíos
que se habían empantanado en la turba y
a un tractor requisado en Puerto Argentino que había intentado infructuosamente
sacarlos, destruyéndolos a todos.
La nueva posición se
organizó en dos puntos de apoyo, uno en el Monte Harriet, donde estaba el jefe
de regimiento con la compañía B y la compañía comando (-) y otro en el Monte
Two Sisters a órdenes del 2do Jefe de regimiento con la compañía C y fracciones
de la compañía Comando.
A ese se agregó otro puesto de socorro a cargo
del Tte 1ro Méd Steverlinck.
Los elementos logísticos no necesarios en las
posiciones ocupaban una base en Puerto Argentino, a cargo del S-4, Capitán Farinella.
Las posiciones se organizaron
muy someramente por la carencia de útiles de zapa, material para
interceptaciones, redes de enmascaramiento y alambradas.
Tampoco se podía hacer pozos de zorro
porque a poco de cavar fluía agua, debiendo contentarse con los hoyos de
tirador cuerpo a tierra.
Además, a partir del 31 de mayo comenzó el
fuego de hostigamiento de la artillería de campaña enemiga.
Se localizaron tres baterías de 105
milímetros, que tiraban sobre las posiciones del regimiento en forma irregular,
de día y de noche.
También se recibía fuego de artillería
naval durante la noche y esporádicos ataques aéreos.
El 1° de junio
concurrí al puesto de comando de la Agrupación de Ejército Puerto Argentino a
exponer el dispositivo y hacer acuerdos.
En esa oportunidad, recibí una orden
verbal del Comandante, Grl Jofre, sobre la misión, que fue calificada “de
sacrificio” por cuanto el repliegue iba a ser muy difícil de ejecutar.
En esos días comenzaron los combates
casi cotidianos entre fracciones propias y elementos enemigos (fundamentalmente
en misiones de exploración).
El 7 de junio, desde
la posición del Regimiento se avistó un buque descargando material en Bahía
Agradable, informándose al comando de agrupación.
Al día siguiente eran dos los buques y
se informó nuevamente, produciéndose el exitoso ataque aéreo sobre ellos (eran
el “Sir Galahad” y el “Sir Tristram”).
El 8 de junio a la noche,
efectivos enemigos apreciados en una compañía se infiltraron entre los montes
Harriet y Two Sisters y, al ser detectados, se produjo un intenso combate que
terminó con su repliegue apoyado por un muy intenso fuego de la artillería de
campaña británica
Al día siguiente se
comprobó movimiento de personal enemigo en Port Harriet House (5 Km al S de la
posición); se abrió fuego con morteros pesados y se observó que efectivos del
orden de una sección eran evacuados en helicóptero, nuevamente con un intenso
apoyo de fuego de artillería.
En la segunda semana de
junio se recibió agregada una sección del Regimiento de Infantería 12, que no
había podido reunirse con la masa de su unidad y fueron recuperadas dos secciones
de tiradores de la compañía A, que fueron agregadas al punto de apoyo de Two
Sisters.
También se recibió el refuerzo de
ametralladoras MAG del Regimiento de
Granaderos a Caballo con sus dotaciones.
El fuego de hostigamiento
de la artillería enemiga se incrementaba y a una de las baterías yo podía
observarla con mis binoculares, pero estaba fuera del alcance de las armas de
la unidad y de la artillería propia.
El 11 de junio a las
23,00 hs se desencadenó el ataque de la
III. Brigada de Comandos de Royal Marines sobre las posiciones del regimiento.
El Comando (batallón) 42 atacó el
monte Harriet y el Comando 45 el monte Dos Hermanas.
El Comando 40 era reserva.
En el monte Harriet,
la posición fue atacada desde el este y el sur por sendas compañías que habían
efectuado un rodeo, mientras la compañía B era aferrada por el resto del
batallón atacante.
A poco de comenzar el
ataque fue herido el Subteniente Juárez,
jefe de la sección morteros pesados y ésta fue puesta fuera de combate.
El único apoyo de fuego que se recibía
era proporcionado por la batería de 105 mm del Batallón de Infantería de Marina
5.
Yo personalmente corregía el tiro en
comunicación por radio con el jefe de esa unidad, capitán de fragata Robacio.
Ante el progreso del
ataque enemigo desde el sur y el este, fue empleada la reserva en un
contraataque, siendo rechazado y cayendo herido de 5 balazos el oficial que lo
dirigía, Tte 1ro Echeverría.
Se continuó combatiendo
duramente y el enemigo progresaba en su ataque.
Después del combate, estando
prisionero, me preguntaron los ingleses qué elementos de visión nocturna teníamos en el regimiento, porque
consideraron muy eficaz el fuego de nuestras ametralladoras.
En realidad, no teníamos ninguno para ellas
(sólo disponíamos de los visores nocturnos de luz residual, que no son aptos
para apuntar), pero como nuestros enemigos hacían un uso muy intenso de la
munición trazante, ello facilitaba nuestra puntería.
Muy útiles fueron las ametralladoras
12,7 mm para el tiro terrestre.
Curiosamente, las del regimiento
estaban fuera de servicio y de baja, pero tuvimos la suerte de haberlas hecho reparar
en la armería de la unidad y prestaron un excelente servicio en el combate.
Cuando se combatía
a las distancias próximas, la artillería propia tiraba sobre nuestra misma
posición, en un supremo esfuerzo por detener la progresión del ataque.
Tras recibir la
autorización del Comandante de la Agrupación, ordené el repliegue de los
elementos que no estaban aferrados y me trasladé, acompañado del S-2 de la
plana mayor, Teniente 1ro Carlucci, al emplazamiento de la compañía B que, a
órdenes de su jefe Teniente 1ro Arroyo, continuaba combatiendo por el fuego en
la ladera O del cerro.
Eran alrededor de la 0300 hs y el
enemigo se aproximaba al puesto de comando del regimiento. En esa oportunidad
perdí el contacto con el Comando de la Agrupación.
En Two Sisters,
la posición fue atacada desde el O y el N. Tres jefes de sección de la compañía
C fueron puestos fuera de combate: el Teniente Martella muerto y los
Subtenientes Mosquera y Pérez Grandi heridos.
Estas bajas incidieron en la capacidad
de combate de sus fracciones.
Al caer el puesto de comando, el
oficial de operaciones de la unidad, Capitán López Patterson, consiguió
replegarse con las fracciones que no estaban aferradas.
También se replegaron las 2 secciones
de la compañía A que estaban en Goat Ridge, promontorio rocoso que se
encontraba al S de Two Sisters y dependía de este punto de apoyo.
El Jefe de una de ellas, Subteniente
Nazer, resultó herido, el jefe de la otra, Subteniente Silva, al alcanzar en su
repliegue con su sección las posiciones del BIM 5 en el Monte Tumbledown, se
agregó a esa unidad; lo mismo hizo el Subteniente Llambías con su sección de la
compañía C.
Ambas continuaron el combate junto a los infantes
de marina y en la noche del 13 al 14 de junio, Silva murió heroicamente.
Tres semanas después fue reconocido su
cadáver, que aún empuñaba fuertemente su fusil FAL.
A las 0600 hs del 12 de
junio el Monte Harriet estaba en manos del enemigo, salvo el sector ocupado por
la compañía. B, de la que quedaban alrededor de 60 hombres; la sección del
Subteniente Giménez Corvalán había podido replegarse, aunque su jefe resultó
herido.
Aunque los restos de la subunidad, a la
que me había reunido, estaban rodeados por el enemigo que se había apoderado de
la cima del cerro, continuó combatiendo por el fuego, pero el enemigo no
intentó un asalto.
A las 9 y 30 hs, con
ese núcleo de resistencia totalmente rodeado y sin posibilidades de repliegue,
cesó la resistencia de la unidad.
El Regimiento de
Infantería 4 debió enfrentar el combate final con un enemigo que lo atacó con
una superioridad de 6 a 1 en efectivos y armas, con apoyo de fuego de
artillería de campaña y naval.
Los británicos tenían gran ventaja en
el combate nocturno por su disponibilidad de miras infrarrojas, de las que
carecíamos.
Además, conocían en detalle nuestro dispositivo
merced a los elementos electrónicos emplazados en el monte Kent, la altura
dominante de la zona.
Ello también le permitía, en los días previos,
que cada vez que los morteros pesados del regimiento abrían fuego, fueran
inmediatamente batidos por la artillería enemiga.
También se recibía este fuego en los
emplazamientos de las radios de campaña cuando se las empleaba (la única con la
que no ocurría esto era una radio Yaesu de uso civil que había sido requisada
en Puerto Argentino y provista a la unidad).
Para colmo, era inevitable usar los
equipos de radio por cuanto los teléfonos de campaña sólo podían emplearse en
comunicaciones internas por carecerse de cable telefónico.
Otro aspecto que
favoreció a los británicos fue que mientras su personal estaba fresco en el
momento del combate decisivo, el nuestro estaba desgastado por una larga
permanencia en las posiciones sin relevos, reemplazos ni rotaciones, con un
clima frío y húmedo, sin equipo adecuado (problema de pie de trinchera), con
alimentación insuficiente (falta de víveres y dificultad para cocinar y
distribuir la comida por falta de combustible para las cocinas y de recipientes
térmicos para la distribución).
Además, nuestro personal estuvo
sometido al fuego de hostigamiento de la artillería enemiga, al que no se podía
responder por falta de medios, lo que provocaba un sentimiento de impotencia.
Pese a todas
las circunstancias adversas en que debió combatir y a la desproporción de
medios, el RI 4 luchó hasta el límite de sus posibilidades.
Prueba de ello fueron los 2 oficiales,
4 suboficiales y 16 soldados muertos y
los 8 oficiales, 24 suboficiales y 89 soldados heridos (no se incluyen las de
las secciones agregadas del R I 12 y del Comando de Brigada, que también fueron
importantes).
El enemigo que
nos atacó reconoció el desempeño del RI 4.
El brigadier Julián Thompson,
comandante de la III. Brigada de Comandos de Royal Marines escribió en su libro
“No picnic”, refiriéndose al combate con nuestro regimiento:
“Esto desmiente las informaciones
de prensa según las cuales todos los oficiales huían dejando a sus soldados
conscriptos para que fueran masacrados o
se rindieran como ovejas.... oficiales y suboficiales se batieron duramente”.
Y el Tcnl Nick
Vaux, jefe del Comando 42 de Royal Marines escribió en “Cuerpo de Elite” sobre
su ataque al monte Harriet:
“En esas posiciones, los cuerpos
yacían desparramados en las violentas contorsiones de la muerte, porque el
enemigo había resistido fieramente”.
El reportero
inglés Kim Sabido narró el ataque final al RI 4 en
“Una cara de la moneda”: “Sin
embargo, el avance por las laderas del Monte Harriet fue un asunto lento y
cruento.
Durante un par de horas parecía que todo iba a
salir mal.
Acosados en las
laderas por los intensos disparos de ametralladoras y tiradores apostados,
avanzaban lentamente y a duras penas.
Vi caer a varios hombres
heridos de bala y a otros los alcanzó la metralla de la continua cortina de
fuego que disparaban a distancia.
Los hombres que
teníamos enfrente no iban a ceder sino era tras una lucha encarnizada”.
El Mariscal Foch,
último generalísimo aliado en la Primera Guerra Mundial y antiguo profesor de
historia militar dijo:
“en la guerra se hace lo que se
puede con lo que se tiene”.
El 4 de infantería cumplió la misión impuesta
como escalón de seguridad de la posición defensiva de Puerto Argentino e hizo
con sus medios más de lo que podía esperarse, gracias al esfuerzo, sacrificio y
abnegación de sus oficiales, suboficiales y soldados, especialmente aquellos
que quedaron para siempre en la turba malvinera como testimonio de la irrenunciable voluntad nacional de recuperar nuestras islas
irredentas.-
DIEGO ALEJANDRO SORIA
General de Brigada
No hay comentarios:
Publicar un comentario